Rosa Galindo
Rosa Galindo nos propone un recorrido por los territorios desconocidos del alma. Ha preparado un auténtico paisaje emocional que se desvela como un “no jardín”: una negación que paradójicamente abre la puerta a todo un despliegue de afirmaciones, en el sentido en que nada ha sido excluido. Desde lo ordenado a lo caótico, lo razonable o lo salvaje, lo verdadero o lo imperfecto. Ha abonado una tierra donde agarre la libertad, donde crezcan los opuestos que se complementan, donde el tiempo fertilice la unión entre todos los pensamientos, subjetividades y objetos. Su “no jardín” está cargado de sensaciones, vivencias, recuerdos, alegrías, tristezas, sueños y anhelos que no se pueden verbalizar ni concretar más que en colores y formas abstractas. Rosa necesita atravesar la piel de las cosas, las personas y los hechos figurativos para encontrar los caminos de lo trascendental que conecta con los misterios de la vida.
Equilibra la tensión entre la materia mundana y la esencia sutil de su sensibilidad a través de un lenguaje expresionista abstracto emocional limitado, de alguna manera, por el uso del metacrilato. Con el primero da rienda suelta a una rebelión de colores y formas con las que bucea por el caos de lo inconsciente, lo velado e irracional del ser humano; sin embargo, la superficie limpia y pulida del metacrilato ha contribuido a serenar este torrente.