Desde sus inicios en 2016, la serie Colonizadas ha reflexionado sobre cómo las mujeres han sido colonizadas por el hombre, la sociedad o la tradición a lo largo de la historia. Sus obras consisten en recuperar fotografías de archivo del siglo XIX e inicios del XX en las que se retrataron mujeres con una finalidad etnológica, e intervenirlas a través de una técnica original. De esta manera, les atribuye un nuevo significado, devolviéndoles una identidad perdida u olvidada y su libertad. Es por ello que, el nombre de la exposición “ReBeladas”, reúne a las mujeres representadas en las obras de Fàbregas en un acto de rebelión o de liberación, que, al mismo tiempo, juega con el concepto del revelado fotográfico asociado a la fotografía analógica.
Tal como se menciona en el texto de Mireia Rosich en el catálogo de la exposición “Los rostros enigmáticos de las grandes obras de Marta Fàbregas nos interpelan. Nos adentran en la historia imaginaria de una vida”. Cada retrato es objeto de una nueva identidad a una mujer que fue silenciada, a un cuerpo expropiado, privado de su libertad, parte de una sociedad colonial o patriarcal. Mujeres, que una vez fueron capturadas por la mirada masculina y ahora son reinventadas a partir de las manos de Marta Fàbregas.
Tras la búsqueda de archivo y la elección de una historia, un rostro, una mujer, Fàbregas realiza una edición digital adaptando la fotografía a sus necesidades plásticas. Luego, realiza el traspaso de la imagen al papel con una técnica auto denominada transfotografía: el proceso de encolar, enjuagar y rasgar el papel de acuarela sobre el que se transfiere la imagen. Este proceso deja una imprenta única sobre el papel, una textura o pequeñas emulsiones que dan un aspecto de paso del tiempo o que el papel ha sido incinerado, al estilo de las combustiones de Alberto Burri.
Pero el proceso no termina allí. El uso de la técnica del collage, el colocar los fragmentos del retrato generando múltiples enfoques de una misma parte del cuerpo, surgen de su filosofía más simbólica y espiritual del descomponer y recomponer. Para Fàbregas, todas las partes son importantes porque explican algo sobre la persona, y juntas, en su totalidad, componen el ser. Recomponer, es volver a construir. Los fragmentos del retrato son, a continuación, unidos entre ellos tejidos con hilos, una actividad comúnmente asociada a lo femenino. El tejido, además, ha dado un estilo particular a la firma de la artista, quien teje un número tres en vez de firmar a pulso.
